Leer, ¿Para qué?

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sábado, octubre 27, 2007

La descripción de una bruja

La bruja es mi antigua profesora, cuyo nombre no quiero pronunciar, ahora os la describiré:

Sólo verla me dio repelús, su cara, como la de drácula: Pálida, hacía que se le resaltaran las ojeras debajo de sus ojos, negros como el azabache y también sus labios finos y de color rojo intenso. Su pelo lacio y sin brillo, como si se lo lavara con vinagre, lo cual, si lo piensas, no es tan disparatado, tal y como era ella.

Era muy delgada, más de lo que corresponde para su altura, tenía las manos blancas y frías como el hielo, con unas uñas mal cuidadas, llenas de porquería y marcas de falta de calcio, los pies eran tanto o más horribles que las manos, con juanetes y unas uñas afiladas como cuchillos amarillentas y muy sucias.

Siempre iba con la misma ropa, una camiseta vieja grisácea que algún día, por la época de Matusalén, debió ser negra, unos pantalones asquerosos y los zapatos, aun peor, sólo acordarme me entran náuseas: olían a perro en descomposición.

Ahora os pienso decir cómo era de carácter, pero, por favor, no os austéis, no gritéis ni nada por el estilo. Ella era la persona con más mal carácter que os podáis imaginar, ruda y antipática, le gustaba molestar a los alumnos, austar a los más pequeños y fastidiar a los más mayores, yo creo que le daba gusto gritar, porque se pasaba los días gritando sin parar, ponía montones y montones de deberes para que, una de dos: O no pudieses jugar ni un instante, o no hicieses todos los deberes; no os podéis imaginar la alegría que le daba castigarnos, copiar, copiar y más copiar.

Yo creo que ella era así porque su marido la tenía descontenta y no cumplía con su trabajo nocturno, je, je...

Sara Santafé 1º A


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