Un día los jefes dijeron basta, porque no podían permitirse el lujo de pagar a tantos trabajadores y decidieron cambiarlos por robots, que, al parecer, no se quejan, no cobran y solo consumen energía solar.
Un día, estos robots, que al parecer sólo trabajaban, se rebelaron contra todos los cabecillas de la empresa y así se formó el ICR, el Imperio del Coche Robot.
Àngels Belío. 1º E.S.O. A.
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