-"¡Has matado a mi hijo! ¡Has matado al príncipe gnomo! ¡Te vas a arrepentir!"
Después de ésto, se fueron todos por el agujero.
Pensé que el que había hablado sería su jefe. Después de todo lo ocurrido, me entró hambre, y fui a la cocina, para coger algo para comer. Pero lo que vi allí fue lo peor de todo.
-"¡Mamá! ¡La pared de la cocina es transparente!"-grité. Entonces entendí a qué se refería el Rey Gnomo con eso de que me arrepentiría, y pensé en todos los problemas que podía suponer tener la pared de la cocina transparente. Desde la calle verían la cara de dormidos que tenemos por la mañana, eso me hizo sentir vergüenza, pero además, sería bastante molesto ver cómo los pájaros hacían sus necesidades en el aire y, luego, sus excrementos iban a dar a nuestra pared.
Entonces sentí frío, y me vino a la cabeza la idea de que la pared no fuera transparente, sino que hubiera desaparecido. Me acerqué a la pared, puse una mano encima y: sí, la pared estaba, pero estaba helada, y el suelo estaba mojado. Por lo tanto, ¡eso era hielo!
Entonces llegó mi madre. Se lo conté todo, y cuando le dije dónde se escondían los gnomos, llamó rápidamente a un exterminador. Al cabo de una semana, ya no teníamos gnomos, pero lo que sí teníamos era un resfriado cada uno, a causa de ese cubito que teníamos por pared. Y al cabo de dos semanas, vino el constructor y nos arregló la pared. ¡Qué mal lo pasé esas dos semanas! ¡Y además resfriado!
Después de ésto, se fueron todos por el agujero.
Pensé que el que había hablado sería su jefe. Después de todo lo ocurrido, me entró hambre, y fui a la cocina, para coger algo para comer. Pero lo que vi allí fue lo peor de todo.
-"¡Mamá! ¡La pared de la cocina es transparente!"-grité. Entonces entendí a qué se refería el Rey Gnomo con eso de que me arrepentiría, y pensé en todos los problemas que podía suponer tener la pared de la cocina transparente. Desde la calle verían la cara de dormidos que tenemos por la mañana, eso me hizo sentir vergüenza, pero además, sería bastante molesto ver cómo los pájaros hacían sus necesidades en el aire y, luego, sus excrementos iban a dar a nuestra pared.
Entonces sentí frío, y me vino a la cabeza la idea de que la pared no fuera transparente, sino que hubiera desaparecido. Me acerqué a la pared, puse una mano encima y: sí, la pared estaba, pero estaba helada, y el suelo estaba mojado. Por lo tanto, ¡eso era hielo!
Entonces llegó mi madre. Se lo conté todo, y cuando le dije dónde se escondían los gnomos, llamó rápidamente a un exterminador. Al cabo de una semana, ya no teníamos gnomos, pero lo que sí teníamos era un resfriado cada uno, a causa de ese cubito que teníamos por pared. Y al cabo de dos semanas, vino el constructor y nos arregló la pared. ¡Qué mal lo pasé esas dos semanas! ¡Y además resfriado!
Roger Coll 2º A 2006-2007
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