De pequeño era el típico niño con el pelo negro, con los ojos marrones y sin ningún rasgo que me caracterizara y al que sólo le decían, de vez en cuando, que era guapo, sus padres. Hablando de padres, siempre he echado de menos tener unos padres de verdad, es decir, que te den besos cuando llegas del colegio, que te ayuden con los deberes, que te lleven al parque, etc. Pienso que ellos nunca me han querido, que fui un hijo no deseado y que parecía que les estorbaba en su vida. Sólo recuerdo eso de ellos, por que cuando tenía ocho años murieron en un accidente de tráfico. Entonces me llevaron a un orfanato, porque no tenía ningún familiar, ni nadie que me cuidara. Allí estuve diez años, y notaba que a nadie le importaba, todos tenían algún amigo con el que hablar o jugar, pero yo siempre he estado con mi mejor amiga, la soledad.
Cuando cumplí los dieciocho años me fui del orfanato y me intenté buscar la vida como pude. Con el tiempo encontré un trabajo de camarero en un restaurante del centro y me pude comprar un pequeño apartamento un poco digno.
Y aquí estoy, sólo, sentado en la mesa de la cocina, intentando encontrar algo imposible. Me siento triste, aburrido y monótono. Mi vida siempre ha sido muy aburrida y triste, y siempre lo será por mucho que desee lo contrario.
Andrea Santos. 4º E.S.O. A. 2009
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