Y así cambiaron las cosas en mi vida, tan rápido como un parpadeo. Pasé de estar en la cima de todo, a estar abajo de todo tan rápido como un instante. Mi vida siempre había sido poco estable, era algo parecido a una montaña rusa.
Lo había perdido todo, sólo me quedaba mi casa, y un montón de recuerdos e ilusiones que se habían convertido en unas sinrazones. Nunca me había ilusionado con facilidad, pero con lo que poco que él me dio, me hice las máximas ilusiones.
Nunca había dependido de nadie. Pero de él dependía como lo hace un bebé de su madre.
Lo conocí, una noche de sábado rara. En una de esas fiestas, en que la gente mostraba su capital ego, y su clase social. Con sus vestidos, joyas, peinados. Él paseaba entre la gente, con su traje y su sonrisa y así me conquistó.
Puso el mundo a mis pies y me hizo creer que éramos uno solo él y yo. Pero le podía su egoísmo y su ímpetu. Pero yo le quería y eso no me importaba.
Hoy, después de tanto tiempo, sigo aquí, mirando sus fotos, leyendo sus cartas y pensando en él, me he convertido en una "doña nadie". Sin embargo, y pese a todo el dolor que me causó, pagaría todo el oro que tengo por estar el último segundo de mi vida con él.
Patricia Gutiérrez. 4º E.S.O. B. 2009
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