-Pobre río, qué sucio estás- pensé yo.
-Menos mal que alguien me entiende, en lugar de tirarme cosas- me respondió.
-Pero, ¿Cómo te pueden tirar tanta basura?- le pregunté.
-Pues, eso mismo me pregunto yo. Prácticamente cada tarde vienen aquí un montón de niños a jugar y a merendar. Cuando han terminado, me lo tiran a mi, en vez de tirarlo a la basura.
-¡¡Madre mía!! Si pudiera hacer algo...
-No creo que puedas hacer nada- dijo el río
-Es que sólo de imaginar que, por ejemplo, me empezaran a tirar basuras y cosas encima de mí...
-Pero tú te lo podrías quitar. Yo no. Hay demasiada basura.
-A veces pienso cómo la gente puede ser tan cruel- le dije.
-Yo también. Pero es que hay veces en que no es sólo botellas o papeles. Si hacen alguna fiesta los jóvenes aquí, me tiran de todo. Desde una camiseta hasta una mochila.
-Bueno, ahora me voy- le dije- yo te prometo que, cuando vea a alguien tirar algo, se lo haré tirar en la basura.
-¡Vale, gracias!.
Ana Gasa 3º E.S.O. 2010
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