Todas las noches, oía unos pasos por mi piso, pero nunca supe quién era porque no me atrevía a salir de mi habitación, siempre tenía miedo de que me hiciese algo, como martarme o algo..., hasta que un día, a las doce aproximadamente, noté que mi corazón latía muy rápido, como una bomba, como si fuera a explotar... De lo nervioso que estaba, por miedo, por pánico... Hasta que mi corazón paró de latir, y así fue mi muerte. El mayordomo se debía alegrar mucho de mi muerte, porque así ya no vería más mi ojo, el famoso ojo de buitre.
Júlia Piera. 1º E.S.O. A
No hay comentarios:
Publicar un comentario